L.R.G.
Ganado:
seis
toros de Juan Pedro Domecq, bien presentados, nobles pero carentes de fuerzas,
lo que dio al traste con el desarrollo del festejo. Mejores primero y cuarto.
Francisco
Rivera "Paquirri":
estocada y descabello (ovación con saludos) y pinchazo y media trasera
(silencio).
"Morante
de la Puebla": pinchazo
estocada (silencio) y mas de media estocada (silencio).
José
María Manzanares:
pinchazo hondo y estocada( silencio) y metisaca sin soltar, pinchazo y estocada
(silencio).
Plaza: "Los
Califas" media entrada en tarde de temperatura agradable. Volvió a
presidir Manuel Rodríguez Moyano ya que Rafael Ruiz Laguna se encuentra
convaleciente.
La primera cita importante de la presente
edición del ciclo taurino de Mayo, se ha saldado con un enorme desastre
artístico por la falta de fuerzas de un encierro que no ha dado opciones a la
terna actuante. Además, el primer cartel importante, sobre el papel, no concitó
en los tendidos el público apetecible para la empresa y los mismos toreros. Y
los que asistieron salieron, además, indignados. Y es que se quedaron con la
miel en los labios, ya que los toros solo permitieron algunos atisbos de faena
antes de apagarse, e incluso echarse, como el tercero, en plena labor muleteril
de Manzanares. Una pena de tarde y de ilusiones. Pero estos son los toros que
quieren las figuras y este es el riesgo que se corre: no hay espectáculo y si mucha decepción. Pero así no se recupera una
plaza cuyos aficionados huyeron en desbandada por la pésima gestión de los
últimos empresarios (la propiedad, no se olvide, también tiene mucho que ver en
este problema) y que va costar bastante reconducirlos al coso de "Los
Califas". El caso es que, unos por otros, el mundo del toro en Córdoba ha
tocado fondo. Una pena.
Abría cartel Rivera Ordóñez que si en su
época en activo, nunca dijo nada, ahora en la reaparición va por los mismos
derroteros de toreo ramplón y sin alma. Se llevó el lote y no supo
aprovecharlo.
Morante, por su parte, dejó destellos de
buen toreo en su primero, mientras este duró y en el quinto toreó
exquisitamente con el capote en unas verónicas de recibo de ensueño. Todo
parecía indicar que el panorama cambiaría pero el toro, material imprescindible, emuló a sus hermanos
y bien pronto perdió fuelle. Nos dejó a todos con la miel en los labios.
Manzanares toreó con muchísimo gusto con el
capote a su primer enemigo y tras un comienzo de toreo elegante, vio truncadas
sus esperanzas de enhebrar faena. Incluso,
tuvo que mandar a su cuadrilla que levantara al animal que se echó en plena
faena de muleta. En el que cerró plaza el mismo cuadro. Torero sin toro.
En resumen un zarpazo a la ilusión de la
afición. De los toros, espectáculo caro, no se puede salir con mala cara. Y eso
sucedió hoy.
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