EMPRESA TAURINA

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CARTEL

lunes, 30 de enero de 2012

FRANCISCO J. ENCINAS TORRICO

               EL ULTIMO PUNTILLERO

                   POR APUNTILLAR UN TORO EN POZOBLANCO DIO LA VUELTA AL RUEDO

Ladislao Rodriguez Galán
            Treinta años han transcurrido desde que en una tarde de 1981, un hombre con blusón blanco y pantalón oscuro, aparecía por primera vez en el callejón de la plaza de toros de Los Califas. Se trataba de Francisco Javier Encinas Torrico- Paco Encinas para todos -  flamante puntillero oficial de la plaza.  Tres décadas atento por si se necesitaban sus servicios, pero que ya no volverá a deambular por el callejón porque se ha jubilado. La temporada pasada fue la última. A partir de ahora verá los toros desde el tendido pues no renuncia a su pasión por el mundo del toro.
            Paco Encinas no ha sido siempre puntillero. Natural de Pozoblanco,  se cría en el campo y ayuda a su padre en las tareas agrícolas. En los años sesenta, tanto en los bares como en cualquier reunión, era tema obligado hablar de toros, ya que un torero llamado Manuel Benítez “El Cordobés”,  estaba revolucionando la fiesta y se encontraba en lo más alto de su fama. Cuando se televisaba una corrida de “El Cordobés” se paralizaba el País entero. Todos querían ver al ídolo de multitudes. Y contagiados de este éxito los chavales ansiaban alcanzar la gloria del torero de Palma del Río. Muchos se lanzaron a  la aventura de ser toreros, y en esa legión de aspirantes se encontraba nuestro protagonista.
Comienza toreando en las capeas de El Viso, Santa Eufemia, Almadén, etc. Pero le parece insuficiente y se marcha a Madrid. “Allí, se dice, encontraré el camino para ser torero y hacer fortuna”. Pero se equivoca. La cosa es mas difícil que por el sur y para subsistir se coloca en el matadero de Legazpi. No hay mal que por bien no venga.  Se especializa en apuntillar las reses y, quien lo diría, esa facilidad para el cachetazo final le facilita el acceso al puesto que ha ocupado hasta la temporada pasada. Ejerce varios oficios y gracias a los consejos de Rafael Blancas se saca el carnet de puntillero y comienza su deambular por distintas plazas de toros.
            En Córdoba debuta como  puntillero en el año 1981 en una corrida de  rejones. Después, en una corrida de Miura en la que participaba “Parrita”, tuvo que apuntillar al primer toro con la mano izquierda porque el animal se echó pegado a las tablas.
            Muchas tardes ha sido ovacionado. Recuerda con cariño la gran ovación recibida la tarde de la alternativa de “Finito de Córdoba”, o cuando a un toro devuelto de Julio Aparicio lo tuvo que apuntillar de pié, acercándolo a las tablas, de un certero golpe.
            Pero eso no es nada comparado con su tarde gloriosa de Pozoblanco. Ese día no ejercía de puntillero, estaba  de espectador. Toreaban “Chiquilín”, Villafuerte y Alberto Luna. “ Estaba en el tendido pero llevaba la puntilla, me dice, porque en los pueblos no suele haber puntillero y si me necesitaban, me ganaba unas pesetillas...” “El caso es que devuelven un toro y después de tres cuartos de hora intentando meterlo en corrales o apuntillarlo, le pido permiso al presidente y lo apuntillo del primer golpe junto a las tablas. Recibí una fuerte ovación y el público me obligo a dar una vuelta al ruedo. Creo que soy el único puntillero que ha dado una vuelta al ruedo”.
            Pero no crean que por estar el toro moribundo no se corren riesgos. En Córdoba recibió una cornada en el brazo derecho de un toro que al sentir el golpe lanzó un derrote y le dejó una marca de dieciocho puntos.
            Cuenta Encinas que: “.. antes se apuntillaba por detrás, pero se manchaban  los subalternos el vestío. Algunos se ponían un manguito de plástico, para protegerse de salpicaduras. Hoy, al apuntillar por delante el toro te ve al acercarte y si tiene fuerzas se levanta.”
            Actualmente, con el nuevo reglamento, las plazas de primera y segunda deben contar obligatoriamente con un puntillero oficial, pues a pesar de que un miembro de la cuadrilla apuntille al toro, los que se devuelven, deben ser apuntillados en corrales y para esto estaba este hombre.
            Pero ya nunca más volverán a verlo en el callejón de Los Califas  con su blusón blanco (como tradicionalmente han ido vestidos los puntilleros toda la vida) se ha jubilado y no sabemos si habrá repuesto.-

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